A diario una persona produce un kilo de desechos. Con un poco de dedicación, ese número puede reducirse en un 80%.
Las cifras de la comisión Nacional de Medio Ambiente indican que 81% de los desechos que bota una familia son reciclables de algún modo, por lo que las alternativas de aprovechar los residuos y achicar ña bolsa de basura están más latentes que nunca.
Un ejemplo: los restos de frutas y verduras pueden convertirse en compost, un eficaz abono producto de la descomposición natural, capaz de estimular el crecimiento de plantas y jardines.
Las técnicas para compostar son variadas: los que tienen espacio pueden ocupar la tierra, utilizando una parte del patio, mientras que en departamento se pueden usar vasijas de greda o plástico. En una capa van los residuos verdes, como frutas y verduras, y en el otro van las hojas o pasto seco. El trabajo dura seis meses, donde el compost se riega y se mezcla hasta lograr una tierra negra que es abono natural.
Más conciencia
" Comprometerse con estos mecanismos es un hábito ecológico que queda por vida", opina Ana Maria Montemurro, socia de Compost Chile, empresa que promueve alternativa en todo el país con sus composteras plásticas ideales para departamentos. "Hemos demostrado que esta técnica es aplicable en cualquier espacio", añade.
"La gente se da cuenta que botar las cáscaras a la basura es como botar vida, y entiende que es algo que se debe aprovechar", comenta Felipe Baltra, miembro de la comunidad ecológica Malwe, ubicada en Paine. Además promueve el uso de los ladrillos ecológicos. "consiste en reutilizar las botellas de jugos rellenándolas con papeles o envoltorios plásticos, luego se pueden apilar y estucar para construir murallas con aislación térmica natural", explica Maltra.